“Soy el técnico de una de las 217 selecciones nacionales de fútbol que hay en el mundo”, esa podría ser la carta de presentación de Mauricio Tobón, un colombiano que por cosas del destino hoy vive en Bonaire y que en la actualidad es uno de los encargados de llevar su fútbol más allá de las fronteras al ser el entrenador de su seleccionado de mayores.
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El fútbol como pasaporte hacia los sueños
Al hablar de una isla del Caribe, lo primero que puede llegar a la mente es un destino paradisiaco para vacacionar. Sin embargo, en el caso de este hombre nacido en Medellín y criado en el barrio Manrique, Bonaire es su hogar y el lugar en el que ha construido y sigue haciendo realidad sus sueños.
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“Llegué a los 15 años gracias a una oportunidad laboral para mi madre, Margarita Delgado, quien vino a cuidar un adulto mayor. Acá pude crecer y hoy en día tengo a mi hijo Miguel Ángel y a mi esposa Lina Marcela Torres”, dice Mauricio, quien le atribuye su pasión por el fútbol a su padre.
Precisamente, ese amor por la pelota fue el que le sirvió como llave para abrir puertas y hacerse un lugar en el deporte rey. “Llegar aquí fue un ‘boom’, un cambio total, fue difícil adaptarme. Empecé en la isla a hablar de fútbol y como aquí no son tan futboleros como nosotros, entonces les llamó mucho la atención y desde eso empezaron a darse las oportunidades”, relata este estratega que recuerda con nostalgia los ‘desafíos’ (partidos entre equipos de barrio) en las ‘lomas’ jugando con pelota de carey.
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Ser el técnico de una selección nacional y aprender de grandes ídolos
Su primer contacto con el fútbol isleño se dio en la búsqueda de un equipo para su hijo, quien a la corta edad de tres años ingresó al SV Uruguay. Las casualidades de la vida hicieron que ‘Mauro’ se convirtiera en directivo, entrenador y hasta presidente de este club, el más antiguo de la isla.
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A partir de ahí, en el camino empezaron a presentarse grandes oportunidades con la federación de fútbol de Bonaire, la cual hace parte de la Real Asociación Neerlandesa de Fútbol (KNVB), entidad que le ha permitido formarse al más alto nivel.
“Me he capacitado en cursos de la Concacaf, soy licencia B y próximamente podré tener la Licencia UEFA de entrenador”, asume con orgullo este paisa de 38 años, que ha tenido como profesores a históricos del balompié de la muy recordada Holanda como Aron Winter, Edgar Davids y Johan Neeskens, a quien considera como su mentor.
Más allá de esto, cabe recordar que en Bonaire el fútbol no es profesional, solo existe una liga de diez equipos y algunos jugadores que hacen parte de la Selección, tienen que combinar su actividad deportiva con otros trabajos porque el pago que brinda la Federación no es suficiente para subsistir. En su caso, Mauricio se gana la vida ejerciendo el oficio de bombero.
La historia conseguida con la Selección de Bonaire y los próximos retos
Pese a no formar parte de la FIFA, la Selección de Bonaire fue aceptada por la Concacaf y la Unión Caribeña de Fútbol. En la actualidad, este combinado hace parte de la división C de la Liga de Naciones de la Concacaf, campeonato que reúne a las 41 selecciones nacionales afiliadas a esta confederación.
En este torneo, los bonairenses tienen como rivales a representativos de las Islas Vírgenes Estadounidenses, Sint Maarten e Islas Turcas y Caicos, estos dos últimos serán sus contrincantes los próximos 25 y 28 de marzo respectivamente.
“Ahorita en marzo jugaremos dos partidos, tenemos que hacer un punto para ascender a la B de la Nations League y tener un cupo para el repechaje a la Copa Oro que se juega en Estados Unidos y en la que compiten selecciones grandes como México o Costa Rica”, expresa con emoción este DT, que sabe que está ante una oportunidad histórica para una isla en la que reina la tranquilidad, pero a la que el fútbol le da esa explosión de alegría de la mano de un colombiano.
Mientras llega el día, Mauricio se sigue preparando en jornadas que inician laborando y que terminan en un terreno de juego. “Vida”, esa es la palabra con la que ‘Mauro’ describe al fútbol, ese vehículo que lo ha llevado a pasar de la futbolera Medellín, la cual extraña y visita cada vez que puede, a la exótica Bonaire, aquel paraíso que aprendió a amar a través de la pelota.