La temporada europea está llegando a su fin. Es poco lo que resta por definir y una de esas cosas era al campeón de la Europa League. Esa competencia que le da oportunidad a la clase media de soñar a lo grande, no solo siendo campeones continentales sino tomar un atajo para asistir a la próxima Champions League.
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Entre esos equipos se encontraban Eintracht Frankfurt y Rangers FC, dos que supieron codearse con la crema y nata del Viejo Continente, pero que ahora ven su techo en este tipo de torneos, que quieren usar como catapulta de regreso a la burguesía. En Sevilla, bajo un calor incesante, los dos equipos se citaban y uno gritaría campeón de un título europeo después de muchísimo tiempo.
Por eso el miedo a la hora de jugar de los dos. Aunque llegaron con todo merecimiento a la definición del torneo, en el primer tiempo no se vio nada de lo que mostraron en la hoja de ruta. Las piernas temblaban, los pases no salían, ni qué hablar de los remates, que iban todos a las nubes. Poco del Frankfurt, con Rafael Santos Borré a la cabeza. Poco del Rangers, con Alfredo Morelos alentando en la tribuna.
A refrescar el cuerpo y las ideas. No podían culpar al calor de Sevilla, superior a los 30 grados y que en un momento de la tarde llegó a 42°, por culpa de un fenómeno climático que azota al sur de España. La realidad es que ambos tenían mucho en juego y el miedo a perder primaba más que nada. Pero en finales de este calibre algo suele destapar la botella.
En este caso fue un error de la zaga del Eintracht. Tuta resbaló y el nigeriano Joe Aribo por fin encontró carril para correr y definir ante la salida del portero Kevin Trapp, adelantando de forma sorpresiva a los escoceses. No porque no lo merecieran, o más bien merecieran perder, sino porque en las apuestas el favorito era el equipo alemán.
Otra vez le pasaba a las Águilas. Otra vez terminaba siendo el gigante dormido que no se despertaba y era la burla de los otros clubes, con el Bayern Múnich a la cabeza. Para evitarlo necesitaban a alguien que los guiara, que no le pesaran las difíciles y se repusiera al mal momento. Qué mejor que el Comandante, Rafael Santos Borré, que apareció en su esplendor y con un gran anticipo puso el empate a un gol.
A falta de veinte minutos para el final había empate en el Ramón Sánchez Pizjuán. Los últimos minutos favorecieron al conjunto germano, que sintió que este era su momento y no lo quería desaprovechar. Para los de Glasgow todo era más difícil, por lo que apelaron a abroquelarse, resistir y conseguir la prórroga. Final inevitable en medio de un partido muy tenso.
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Ya en el tiempo extra, las fuerzas escasearon entre ambos. Nadie arriesgaba más de la cuenta, volvimos a foja cero y parecía la misma película del primer tiempo. Incluso el Eintracht sacó el pie del acelerador, dándole respiro a los de Glasgow, quienes eran los menos propositivos. Los penales le hacían guiño a la final.
Definición dramática. Desde los doce pasos se conocería al campeón de la Europa League y fue Trapp quien atajó el penalti que debía. Eintracht, a nada de la gloria. La misión era de él: Rafael Santos Borré. El Comandante tenía que definir y la misión estaría cumplida. Tomó la pelota, remató y... gol. Frankfurt, campeón después de 42 años de la Copa de la UEFA. Eintracht, a la Champions.