Everton, al borde del precipicio. El equipo de Liverpool, opacado siempre por su vecino rojo, está atravesando uno de los peores momentos de su reciente historia. No desde lo financiero, donde goza de buena salud y ha gastado más de 600 millones de euros en refuerzos en los últimos años, sino en lo deportivo, donde, a cuatro jornadas del final de la Premier League, está en zona de descenso.
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Por eso, el duelo de este domingo ante el Chelsea era clave para salvarse o condenarse. Más obligado aún tras la victoria del Burnley ante el Watford, que obligaba a los Toffees a ganarle al todavía campeón de Europa para arrimarse a ese equipo y al Leeds United. Parecía misión imposible, pero, con Yerry Mina como titular, el equipo salió a jugar.
Durante el primer tiempo, Everton fue dominado por Chelsea, pero el cero no se rompió. Yerry le dio mayor solidez a la defensa azul, que por primera vez en mucho tiempo parecía capaz de mantener el cero en el arco. Aún así, faltaba la otra tarea: anotarle al rival.
Amigos son los enemigos. Una falla en el fondo de César Azpilicueta propició lo que hasta el momento el Everton era incapaz de conseguir por propia cuenta. Richarlison presionó, robó el balón y definió para el 1-0 y alivio en Goodison Park.
Luego llegó el turno de aguantar. Entre los mejores estuvo Yerry Mina, ganando varios duelos por aire y por tierra. Sin embargo, la verdadera figura fue el portero Jordan Pickford, quien soportó el andamiaje del Everton, con atajadas milagrosas. Los locales se aferraban a la mínima ventaja. Más allá de los ocho minutos de adición, Everton logró resistir y consiguió tres puntos que lo pueden dejar en Primera División.
Los Toffees siguen en zona de descenso, pero ahora están a solo dos puntos del Leeds y el Burnley. Además el equipo de Liverpool cuenta con un partido más por disputar, ante el Crystal Palace. De ganarlo, Everton saldrá de la zona roja, aunque esta lucha entre los tres será hasta el final. Dos se salvarán, uno se tendrá que ir.
